martes, 21 de octubre de 2008
Las mujeres y los vinos...dos placeres indiscutibles...
El vino se mira, se huele, se gusta, se siente y aparte, y eso es casi una exclusividad, se habla de él.
El vino se parece al amor, porque igual que el amor, embriaga, confunde los sentidos, agrega fantasías, aumenta la osadía y guarda los recuerdos con mucha generosidad.
Seguramente Uds. han escuchado hablar de taninos, antocianos, oxidación, fermentaciones varias, cubas, toneles, aromas primarios, secundarios o terciarios y mucho más.
Por supuesto que hay muchos lugares y personas que saben muchísimo donde Uds. pueden ir para saber lo que no saben y mucho más.
Nosotros vamos a charlar sobre el vino y el amor y más exactamente vamos a tratar de ayudarlos a que Uds. le agreguen al vino una fantasía que sin duda lo agranda mucho más.
El imaginar a cada variedad de vino como una mujer o un hombre diferente.
Advertencia... donde dice mujeres vale decir hombres.
Una mujer Cabernet Sauvignon es la reina, se sabe poderosa,aristocrática, imponente, su presencia es densa, tumultuosa, su palabra es contundente, inapelable y su recuerdo definitivo.
Es ingeniera, psicóloga sistémica, abogada corporativa.
Nunca pretenda discutirle ni mucho menos mandarla, como mucho, si Ud. es de aquellos hombres que hicieron lo suyo en dinero, prestigio y poder, altérnese con ella en eso de dominar, si no, déjela hacer lo suyo, vale la pena.
Ud. pórtese como un Champagne, dele ligereza y risas.
Una mujer Malbec es una muchacha que llegó de Francia, de mala fama y aquí, un mendocino fue el príncipe que la hizo princesa.
Una mujer de curvas generosas, de sonrisa dulce, huele a muchas frutas y gusta a compota de ciruelas, es una Licenciada en Filosofía, docente de la Universidad, compañera deliciosa, tiene toda la presencia pero no necesita gritarla.
Está disponible para el amor, Ud. sea un Merlot, suave, divertido le encantará.
Una mujer Merlot definitivamente es una artista, difícil de prever que hará mañana, escultora con papel o restos que encuentra por ahí, es mujer que no pide papeles pero no promete fidelidades.
Es suave, con un toque de ausencia que algunos critican porque no saben que allá en Francia, las mejores son como ella.
Necesita un hombre con presencia, trate de ser un Cabernet Sauvignon.
Una mujer Barbera, muchacha del Este, escucha cuartetos, se ríe con fuerza, enamora a todos en los bailes de carnaval y hay varios que la están siguiendo jugando ellos a ser los príncipes que la despertaran.
A su prima, la Tempranillo, ya le sucedió, y ahora, anda por el mundo y se codea de igual a igual con las otras que la tenían en menos.
Sin duda ellas necesitan un hombre Malbec, con historia de trabajo, esfuerzo y éxito.
La Pinot Noire es una chica difícil, añora demasiado Europa, aquí nunca termina de sentirse del todo a gusto, es una morocha que luce rubia en los champagne, hay que tomarse el trabajo de degustarla con mucha, mucha atención.
Es una escritora de novelas policiales.
Un hombre con presencia y alcurnia, un Chardonnay será perfecto.
La Sirah tiene una historia picante, las pasó todas y está orgullosa de eso, es bailarina de tap, ahora empezó con el tango, inolvidable.
Sea divertido, sea un Sauvignon Blanc.
La Chardonnay es como la Cabernet, la reina de las rubias, tanto así que la visten con diseños de alta costura, porque no dudan, vale el esfuerzo.
Tiene fuerza y contundencia, es Ingeniera en Sistemas y se postuló para un cargo de Diputada.
Un hombre Merlot, bohemio, impredecible, que todo lo toma en broma es perfecto para ella.
La Sauvignon Blanc es una adolescente provocadora, mucho escote, aromas a pomelos, se ríe mucho, le encanta modelar y que se enamoren de ella, por supuesto, nunca pasa a mayores, sueña con ir a Gran Hermano.
Si quiere jugar sea un Merlot, si en cambio se quiere casar, cuídela como un Cabernet Sauvignon.
La Viognier con ese apellido ya le alcanza para pretender lujos, tiene ese toque dulce que la hace irresistible, uno siempre quiere otro beso más.
Diseñadora de ropa, le hace la gráfica a escritores sin talento y pasea por el Oriente.
Es demasiado libre como para encerrarla con un Cabernet Sauvignon, pruebe ser un Sirah pero esté atento a ser un Merlot.
La Chenin y la Ugni Blanc son chicas de mucha risa y buenas para el cachondeo, son la alegría de cada mediodía, cuentan chismes y se prestan la ropa y no hay día que no tengan planes de fiesta.
Sin duda tienen ganas de un Chardonnay con los lujos de la madera.
La Torrontés es la muchacha indígena, tiene tanto perfume que se anuncia de lejos, hay algo imponente en su historia que le marca un destino de grandeza.
Es andinista, ya hizo la Pared Sur y ahora está evaluando El Gran Capitán.
Alguno dirá, pero para mi no es así y nosotros diremos, por supuesto, esta es la gracia del vino, cada uno elige el vino que mejor lo representa.
Porque sin duda, el vino que ofrecemos lleva sobre si la tarea de ayudarnos a convencerla.
Fuente | Vides y Vinos
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