El timo parece sencillo: vender botellas rellenas de vino de baja calidad a precios desorbitados. Incluso las vuelven a etiquetar como si se tratara de una marca de calidad. Es decir, que muchas veces el vino más barato, cuyo precio no llegaría a los 30 euros, es pagado como si procediera de la bodega del mismo Baco.
Ante estos fraudes, las bodegas idean etiquetas más sofisticadas, con número de serie, con hologramas, grabados complicadísimos o incluso el ADN de la cepa. Sin embargo, los más pillos cuentan con impresores profesionales que las reproducen o incluso trafican con las etiquetas originales en internet o en rastros y mercadillos.
Sin embargo, en este reportaje mencionan una de las debilidades de los timadores: el corcho. Volver a encorchar las botellas supone todo un reto, sobre todo porque es muy complicado extraerlo sin dejar huellas. Para ello, lo intentan con un sacacorchos especial que deja una señal mínima, pero la deja.
Video | La Sexta
Fuente | Directo al paladar
Mas información | El Mundo
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