Tras los pasos del exitoso Malbec, es donde parece que se dirige la industria del vino argentina en su totalidad. Hoy se busca la cepa que nos identifique entre las blancas y el Torrontés parece ser la respuesta. No obstante, esta variedad no tiene tanta aceptación como su antecesora y ya surgen los detractores.
Desde hace un par de años a esta parte Cafayate, en Salta, se ha convertido en el lugar más deseado para lograr vinos Torrontés de alta calidad y expresión aromática. Sin embargo, según datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV), Mendoza cuenta con una producción de 524.648 quintales métricos de vino, lo que representa el 40% de la producción total de vinos, mientras que la provincia de Salta sólo produce 130.646 quintales métricos, lo que representa el 10% de la producción de vinos.
En la actualidad, según los registros del INV existe un total de 8.196 hectáreas de Torrontés en todo el país, divididas en las provincias de Mendoza, La Rioja, San Juan, Salta, Catamarca, Río Negro, Córdoba y Tucumán.
“En cuanto al Torrontés creo que es la variedad que, junto con la Bonarda, pueden seguir el camino al Malbec. Argentina tiene un clima que permite desarrollar este tipo de variedades con las cuales se puede diferenciar en el mundo. Argentina además tiene la posibilidad que es distintiva con la relación precio-calidad, que es lo que buscan de nosotros. Lo que debemos hacer es comunicar todo esto de manera correcta”, argumentó Susana Balbo, winemaker y presidente de Wines of Argentina.
Con este mismo planteo Carlos Tizio, de Clos de los Siete, y un gran amigo de "La Corte" sostuvo que “es una variedad propia que da vinos con características muy especiales y diferentes que admiten distintos tipos de elaboración dentro de los vinos blancos. Considero que se pueden obtener vinos de una gran fineza que en grandes Torrontés se pueden parecer a los Gewürztraminer, pero con mucho más volumen y fuerza aromática”.
Mientras que el bodeguero Carlos Crotta señaló que “Argentina tiene dos cepas importantes, con las cuales puede posicionarse, una es Torrontés en el caso de las blancas y la Bonarda en las tintas”.
Aunque varios parezcan estar esperanzados en el Torrontés como segunda variedad propia que represente a los vinos argentinos, otros técnicos y bodegueros la miran con un poco más de recelo.
En este sentido, Ricardo González Villanueva, gerente general de Bodega Escorihuela Gascón, remarcó que “yo, en particular, no creo en el Torrontés. Nuestra cepa emblemática por lejos es el Malbec, si uno se fija en los números de las exportaciones por variedad, se da cuenta de que en este caso el Malbec sigue creciendo y la variedad blanca inmediata es el Chardonnay. Me parece que el Torrontés, a pesar de que a los argentinos nos gusta, tiene una característica tal con la que no es fácil conquistar mercados porque la gente no está habituada a estas sorpresas aromáticas que propone la variedad”.
Mientras que Juan José Canay, de Trapiche, dijo que “el Torrontés puede llegar a abrirnos puertas en un futuro, pero el mundo todavía no tiene conocimientos sobre esta variedad, por lo que hay que hacer un trabajo de promoción importante, pero tiene muchas posibilidades. Siempre y cuando los trabajos que se hagan en el exterior sean los correctos y se enfoquen siempre en el binomio que nos identifica: calidad y precio.
Foto | Flickr
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