Es un presente que siempre queda bien pero que resulta difícil elegir por su amplia oferta. Ejemplos sobran en el anecdotario. Desde equívocos fragantes, como reglar botellas a los abstemios mormones a obsequiarle un vino dulce a quien padece diabetes. Y entre estas historias, algunas son demostrativas de cuánto le importa el vino a la gente. Tiempo atrás, por ejemplo, unos abogados recibieron como regalo de un cliente una caja de exquisitos vinos de precio moderado. Según contó un testigo, el comentario en el buffet fue: “no está muy agradecido por el acuerdo al que llegamos.” O esos cirujanos cardiólogos que, cada vez que salvan a un tipo, reciben una caja del vino más caro que haya en el mercado en señal de agradecimiento. El de los cardiólogos, conviene saber, es un gremio bien abastecido. O esa pareja, conocida es su historia, que en pleno enamoramiento decidieron guardar una caja de doce buenos tintos que habían recibido para el casamiento. Beberían, decidieron, una botella por cada aniversario. Las primeras cuatro fueron de antología, con paladar en refinado desarrollo. Pero cuando llegaron a la octava botella el panorama había cambiado: el vino llegaba a su meseta de vida y con él también el matrimonio. Para cuando debían tomarse la número doce –presumiblemente decrépita- ninguno la reclamó en la división de bienes del divorcio.
Al regalar un vino se pone a prueba tanto quien regala como quien recibe. Y no es cosa de meter la pata, porque el resultado será de lo más agrio. Para más datos, como están los precios hoy, querer quedar bien puede implicar dejar un riñón y hacer amargo el presente. Un puñado de criterios, sin embargo, son útiles en la fatigosa tarea de elegir qué comprar y no morir en el intento. Cómo regalar un vino La primera recomendación es conocer el gusto y cumplírselo. Se necesita de cierta intimidad para estar al tanto, pero con preguntar al pasar o estar atento en una comida al comentario sobre los vinos, basta: el buen bebedor nunca se priva de hacer saber lo que le gusta. Y nada como regalar lo que sabemos el otro espera. Pero si no se tiene la menor idea, un buen Malbec Reserva de la franja de 20 a 40 pesos no falla y es imposible que no guste. Este es el tipo de regalo ideal para parejas. La otra variante es ir por un clásico: hay marcas que son el tope del imaginario y no por ello son las más caras.
En nuestro país hay algunas que han logrado ese lugar de privilegio sin ser por ello costosas. Son las que primero vienen a la mente y las que un suegro sabrá reconocer. Por lo general, sus vinos se ubican en un segmento accesible para un presente, de hasta 60 pesos. Ahí lo que se regala es una aspiración y seguro se sabrá apreciar.
Si no se dispone de dinero, cosa por demás frecuente en estos tiempos, lo mejor es dejarse caer con algún vino exótico. En nuestro medio, cada vez más aparecen nuevos varietales que, sin ser caros, tiene al menos el plus necesario para aportarle un argumento al regalo, del tipo “sé que te gustan los vinos y pensé en que probaras Petit Verdot,” o Tocai Friulano o Calladoc. Si no gusta al menos estuvieron las buenas intenciones y todo resuelto con 20 pesos, cuando mucho. Este tipo de vinos son los que se ofrecen a los amigos, siempre comprensivos en materia de bolsillo. Regalar un valor es el modelo de presentes que les gusta a notarios, contadores y abogados. Como en sus profesiones se juega el estatus, una pátina de dinero es capaz del pase al refinamiento. Hay innumerables vinos por arriba de 100 pesos que cuadra bien. El secreto está en buscar una marca no muy conocida y se ahorrará dinero y al momento de ofrecerlo, deslizar que se lo compró en tal o cuál lado. La imagen del vino seguro llevará al agasajado a investigar cuánto cuesta y a cerrar así el círculo del valor. Por último, una excentricidad puede dar buen pie y es útil para las fechas puntuales.
El vino de la zona más fría (Chubut, Río Negro o Neuquén); el de la más alta (Salta), o el más viejo del mercado (hay a la venta vinos de 1977 a la fecha), el de la cosecha del aniversario (como se vio, no es recomendable para parejas avanzadas). Suelen costar dinero, sí, pero también tienen otros valores que sabrán recompensar. Como consejo final, en caso de ser un vino viejo, cuidado donde: a ver si se compra un clavo en vez de una solución.
Esta nota va dedicada a mi amigo Nicolas y a los vinos que "regala", en cada cena.
Salud ! ! !
José Miranda
Fuente | Bodegas Familia Schroeder
Al regalar un vino se pone a prueba tanto quien regala como quien recibe. Y no es cosa de meter la pata, porque el resultado será de lo más agrio. Para más datos, como están los precios hoy, querer quedar bien puede implicar dejar un riñón y hacer amargo el presente. Un puñado de criterios, sin embargo, son útiles en la fatigosa tarea de elegir qué comprar y no morir en el intento. Cómo regalar un vino La primera recomendación es conocer el gusto y cumplírselo. Se necesita de cierta intimidad para estar al tanto, pero con preguntar al pasar o estar atento en una comida al comentario sobre los vinos, basta: el buen bebedor nunca se priva de hacer saber lo que le gusta. Y nada como regalar lo que sabemos el otro espera. Pero si no se tiene la menor idea, un buen Malbec Reserva de la franja de 20 a 40 pesos no falla y es imposible que no guste. Este es el tipo de regalo ideal para parejas. La otra variante es ir por un clásico: hay marcas que son el tope del imaginario y no por ello son las más caras.
En nuestro país hay algunas que han logrado ese lugar de privilegio sin ser por ello costosas. Son las que primero vienen a la mente y las que un suegro sabrá reconocer. Por lo general, sus vinos se ubican en un segmento accesible para un presente, de hasta 60 pesos. Ahí lo que se regala es una aspiración y seguro se sabrá apreciar.
Si no se dispone de dinero, cosa por demás frecuente en estos tiempos, lo mejor es dejarse caer con algún vino exótico. En nuestro medio, cada vez más aparecen nuevos varietales que, sin ser caros, tiene al menos el plus necesario para aportarle un argumento al regalo, del tipo “sé que te gustan los vinos y pensé en que probaras Petit Verdot,” o Tocai Friulano o Calladoc. Si no gusta al menos estuvieron las buenas intenciones y todo resuelto con 20 pesos, cuando mucho. Este tipo de vinos son los que se ofrecen a los amigos, siempre comprensivos en materia de bolsillo. Regalar un valor es el modelo de presentes que les gusta a notarios, contadores y abogados. Como en sus profesiones se juega el estatus, una pátina de dinero es capaz del pase al refinamiento. Hay innumerables vinos por arriba de 100 pesos que cuadra bien. El secreto está en buscar una marca no muy conocida y se ahorrará dinero y al momento de ofrecerlo, deslizar que se lo compró en tal o cuál lado. La imagen del vino seguro llevará al agasajado a investigar cuánto cuesta y a cerrar así el círculo del valor. Por último, una excentricidad puede dar buen pie y es útil para las fechas puntuales.
El vino de la zona más fría (Chubut, Río Negro o Neuquén); el de la más alta (Salta), o el más viejo del mercado (hay a la venta vinos de 1977 a la fecha), el de la cosecha del aniversario (como se vio, no es recomendable para parejas avanzadas). Suelen costar dinero, sí, pero también tienen otros valores que sabrán recompensar. Como consejo final, en caso de ser un vino viejo, cuidado donde: a ver si se compra un clavo en vez de una solución.
Esta nota va dedicada a mi amigo Nicolas y a los vinos que "regala", en cada cena.
Salud ! ! !
José Miranda
Fuente | Bodegas Familia Schroeder
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