martes, 14 de julio de 2009

Un Nieto del 98....


By Leo Blogger


Vamos a ser seis en total, nada especial, solo para juntarnos y probar unos tintos, mientras celebramos los calzoni y cheesecake de Tito – me dice José desde su celular - Cada uno aporta una botella, a las 9 largamos.


Y asi aparecieron los 2007 Catena Zapata Saint Felicien Malbec, 2005 Cicchitti Malbec , 2007 Nieto Senetiner Reserva Cabernet Sauvignon Shiraz , 2007 Ernesto Catena Ánimal Syrah, 2005 Trapiche Fond de Cave Reserva Cabernet Franc, y 1998 Nieto Senetiner Don Nicanor Vino Fino Tinto.


Los niños y las mujeres primero - sentenció Gus. No hay niños, ni mujeres, ni esto es un naufragio - le recordé. Entonces los vinos mas jóvenes los descorchamos primero - retrucó. Desobedeciendo la regla, fueron varios al frente al mismo tiempo, en ánimo de comparar y evaluar. Don Nicanor quedó a la espera.


Pasaron porciones de calzone alla Tito, impecables, exquisitas, muy amigadas con los Malbec y Syrah. Y Don Nicanor ahí, olvidado del festejo, en un rincón.


El Cabernet Franc estaba cerrando con bombos y platillos, toda la orquesta en pleno, con los bocados finales, los mas ricos, esos que uno intuye serán los últimos y los demora para estirar el momento de agrado. Entonces, como volviendo de un viaje, Fabián se acuerda de Don Nicanor, y dice - con voz curiosa, el dedo largo apuntándola -, a ver qué pasa con esa botella.


El corcho no soportó la intromisión del tirabuzón, ni el ímpetu de la palanca, cayendo en pedazos desgranados, sin la menor resistencia. Mala señal . El vino que caía en la copa era opaco, turbio, desangelado. La primera olfacción fue de búsqueda, pero apenas iniciada abortó en un rechazo violento. El sorbo de rigor confirmó el desastre. La reacción general fue ‘tiralo’. Fabián demoró su cata, rumiando algun recuerdo, lentamente bajó la copa y pidió un decanter. Pongámosle una ficha, dejemos que tome aire – susurró mientras miraba el vino caer por las paredes de vidrio. Ni boca a boca resucitas este muerto – se oyó. Y Don Nicanor volvió a su rincón, ahora desnudo, indefenso, a la vista inclemente de los inquisidores.


Dada buena cuenta de la cena, y a la hora del postre, los vinos de la noche habian cumplido su misión con honor. Repartiéndose en la copas, cansado, temiendo mas una autopsia que una evaluación, Don Nicanor se entregó a su destino.


Y entonces sucedió la magia.

Fue como si se hubiera bañado, cambiado su ropa raída, vieja y manchada, por una limpia, no a la moda, pero elegante. Desaparecieron muchos de sus olores a encierro, a humedad, a fruta pasada, para dejar paso a detalles elegantes, sutiles, mas amables. La boca mejoró a bebible, sin dejar de mostrar sus once sufridos años. Al segundo sorbo, lejos de la sorpresa, nos empezó a contar su vida, sin estridencias ni rencor.


Nos contó que era hijo de tres padres de Vistalba, el año que mejor maduraron las uvas de Lujan de Cuyo. El enólogo lo crió por 8 meses en barricas de roble francés, preparándolo para una celebración memorable a partir de los cinco años. Lo bautizaron con el numero 06482 cuando cumplió 12.7 grados de alcohol, todo un joven promisorio. Vestido de colores brillantes, alta la frente, estaba listo para conquistar el mundo.


No supo de sus hermanos, ni estuvieron con el cuando lo desterraron. Pasó tiempos que no supo medir - en ambientes calurosos en veranos, frios en inviernos -, parado en un estante, pidiendo que lo acostaran para cumplir la promesa del enólogo. Sufrió malos tratos, no supo defenderse, perdió lozanía, vigor. No olvidó que ya estaba bajando la pendiente, y nos agradecía que lo hubiéramos celebrado, antes de morir desconocido.


Entendimos su mensaje, supimos de su estirpe, de su nobleza. Le invitamos una porción de cheesecake, fue amable en declinar.


Si lo hubiéramos conocido unos cinco años antes, hubiera sido nuestro orgullo y deleite en la mejor de las mesas. Ahora sólo tenemos su historia, merece nuestro homenaje y memoria.

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